El caso de Walter Collins es una historia inquietante y desconcertante que ha seguido siendo un punto de intriga en la historia del Departamento de Policía de Los Ángeles. En 1928, Walter Collins, un niño de nueve años, desapareció de su casa en Los Ángeles, California, lo que desencadenó una búsqueda masiva y una protesta pública.

El caso dio un giro extraño y trágico cuando, meses después, se descubrió en Illinois a un niño que decía ser Walter, lo que propició un emotivo reencuentro con su madre. Sin embargo, surgieron sospechas y, finalmente, se reveló que el niño era un impostor. La investigación que siguió sacó a la luz la corrupción y el encubrimiento dentro del departamento de policía, dejando un impacto duradero en la ciudad.

Aquí profundizaremos en el caso de Walter Collins, explorando los acontecimientos que condujeron a su desaparición, la investigación que siguió y el legado del escándalo que sacudió Los Ángeles hasta sus cimientos.

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    La desaparición de Walter Collins

    Walter Collins era el hijo de nueve años de Christine Collins, una madre soltera y trabajadora que vivía en Los Ángeles en 1928. El 10 de marzo de ese año, Walter fue al cine solo y nunca regresó a casa. Christine buscó a su hijo durante días, consiguiendo la ayuda de la policía y los medios de comunicación. Los esfuerzos de búsqueda atrajeron la atención nacional, y el caso se hizo conocido como el "gallinero de Wineville".Asesinatos" debido al descubrimiento de otros asesinatos en la misma zona.

    Créditos de la imagen: Wikipedia

    En un primer momento, la policía buscó a Walter e interrogó a posibles testigos, pero no consiguió encontrar ninguna pista concreta. La investigación dio un extraño giro cuando un vagabundo llamado Arthur Hutchins Jr. fue detenido por el asesinato de otro joven en la misma zona. Hutchins se atribuyó inicialmente la responsabilidad de la desaparición de Walter, pero más tarde se retractó diciendo que no tenía nada que ver con el caso.

    Pasaron los meses sin que se produjeran avances en el caso, y el público empezó a perder interés. A pesar de la falta de avances en el caso, Christine Collins nunca perdió la esperanza de encontrar a su hijo. Celebró vigilias y siguió presionando a la policía para que buscara a Walter.

    Con el paso del tiempo, la policía recibió numerosas pistas e indicios falsos, lo que no hizo sino aumentar la confusión en torno al caso. En agosto de 1928, la investigación dio un giro extraño cuando se descubrió en Illinois a un niño que decía ser Walter. La noticia del descubrimiento se difundió rápidamente y Christine Collins fue trasladada a Illinois para reunirse con su hijo.

    La detención del impostor

    Cuando Christine Collins llegó a Illinois para reunirse con su hijo, enseguida se dio cuenta de que el niño no era Walter. Aunque se parecía a Walter, era cinco centímetros más bajo y tenía un color de ojos diferente. Christine protestó, pero la policía insistió en que estaba equivocada y que el niño era, de hecho, su hijo.

    Créditos de las imágenes: LAPL

    Christine regresó a Los Ángeles con el niño, pero sus sospechas se hicieron más fuertes. Se puso en contacto con la policía y otros funcionarios, pidiéndoles que investigaran más a fondo el asunto. Sin embargo, la policía se negó a investigar sus afirmaciones e incluso llegó a internarla en un hospital psiquiátrico por desafiar su autoridad.

    Resultó que el chico que decía ser Walter era un niño fugitivo de 12 años llamado Arthur J. Collins (sin parentesco con Christine Collins). El chico había oído hablar del caso de Walter Collins y decidió hacerse pasar por él para escapar de una vida familiar difícil. Convenció a las autoridades de que era Walter mediante la suerte y la manipulación.

    La verdad acabó saliendo a la luz cuando el hermano mayor de Arthur J. Collins se puso en contacto con la policía para informar de su paradero. La policía se enfrentó entonces a Arthur J. Collins, que admitió su suplantación y reveló que había sido entrenado por un hombre llamado Walter Collins Sr. (sin relación con Christine Collins). Al parecer, la policía había pagado a Walter Collins Sr. para que les entregara a los chicos para interrogarlos,y se cree que participó en el encubrimiento de la desaparición de Walter Collins.

    La verdad se revela

    La revelación de que el chico que decía llamarse Walter era un impostor dio lugar a una investigación más amplia sobre la gestión de los casos por parte del Departamento de Policía de Los Ángeles, que destapó casos de corrupción y encubrimiento dentro del departamento, incluido el uso de coacción física y psicológica para obtener confesiones de los sospechosos.

    La investigación también reveló que la policía conocía el destino de Walter Collins mucho antes del descubrimiento del impostor. La policía había encontrado un cadáver descuartizado en Wineville, California, y en un principio creyó que era el de Walter. Sin embargo, pronto descubrieron que el cuerpo pertenecía a otro joven.

    Se cree que la policía encubrió este hecho para evitar publicidad negativa y mantener la confianza del público en su capacidad para resolver delitos. El encubrimiento también estuvo relacionado con el deseo del departamento de policía de conseguir condenas en casos de gran repercusión, independientemente de las pruebas o la culpabilidad de los sospechosos.

    Las secuelas

    El escándalo tuvo consecuencias de gran alcance para el Departamento de Policía de Los Ángeles: varios altos cargos fueron despedidos o se vieron obligados a dimitir, y se llevaron a cabo reformas para mejorar las prácticas de investigación del departamento y reducir la corrupción.

    El caso de Walter Collins también influyó significativamente en la percepción pública de la policía y el sistema judicial. El escándalo puso de manifiesto los peligros de la autoridad sin control y la importancia de la rendición de cuentas y la transparencia en la aplicación de la ley. Es un cuento con moraleja sobre las devastadoras consecuencias que pueden derivarse cuando se abusa del poder y se ignora la verdad.

    Resumen

    El caso de Walter Collins es una historia trágica y desconcertante que sigue cautivándonos y atormentándonos hoy en día. Es la historia del amor inquebrantable de una madre por su hijo, de la corrupción y el encubrimiento de un departamento de policía y de un impostor que se aprovechó del dolor de una familia y de la confianza del público.

    Sin embargo, el legado de Walter Collins sigue vivo, recordándonos la importancia de no olvidar nunca a las víctimas de delitos y la necesidad de luchar siempre por la justicia y la verdad. La historia de Walter Collins sirve de advertencia de que el abuso de poder y la supresión de la verdad pueden tener consecuencias nefastas y de que debemos permanecer vigilantes en nuestra búsqueda de justicia y rendición de cuentas.

    Etiquetas: Walter Collins